Me invitó a volar, y sin pensarlo tomé un par de alas y lo acompañé.
No niego que me resultó agotador el viaje, mucho me costó despegar, pero al fin lo conseguí.
Entre nubes íbamos sonriendo, quién diría que llegaríamos tan alto.
Un viento intentó bajarnos pero no lo consiguió, es que nos tomamos fuertes de la mano y nada nos pudo derrumbar.
Llegamos más allá del sol, y los ojos se nos iluminaron tan brillosos que parecíamos una estrella más.
Decidimos aterrizar en otro mundo, y así conocimos el paraíso.
Fue hermoso, conocí otra manera de escapar, y aún más confortante se sentía que mi escape fuera él.